La vida de Sarra fue la historia de una tragedia tras otra. Durante muchos años su familia había estado viviendo como refugiados en Asiria, habiendo sido deportados de su patria en el norte de Israel. Ahora establecidos en aquella tierra extranjera, su padre Ragüel había estado tratando desesperadamente de encontrarle una pareja adecuada. No faltaron candidatos. De hecho, varios jóvenes habían accedido a tomarla como esposa. El único problema era que cada vez que llegaban a la cámara nupcial, el novio moría. Sucedió que un malvado demonio llamado Asmodeo estaba enamorado de Sarra, y en su celo mataba a cada joven antes de que el matrimonio pudiera consumarse. Falsamente acusada de haber asesinado a los siete novios, Sarra en su desesperación gritó a Dios: "¡Si no me liberas de esta vergüenza, sería mejor que me quites la vida!"

Al mismo tiempo que Sarra oraba, otro refugiado judío, en otra parte del país, también estaba orando. Tobit también fue víctima de la tragedia. A pesar de su justicia, las cosas siempre parecían salir mal par él. Como Daniel, había tenido una posición prominente en la corte real, sólo para ser expulsado cuando el rey al que servía murió. Luego, fue arrestado por haber enterrado unos cadáveres judíos que había encontrado en las calles.  Por ese delito todas sus posesiones le fueron arrebatadas. Finalmente, para añadir un insulto a la herida, un pichón defecó en sus ojos mientras estaba de pie cerca de una pared, dejándolo totalmente ciego. ¡Todo le iba mal al pobre Tobit! En su vergüenza, él entendió que la tragicomedia de su vida era un reflejo de la misma historia de su pueblo. Se volvió demasiado para soportar. Así que gritó a Dios: "Si no liberas a Israel de su vergüenza, sería mejor que me quites la vida."

Cuando las oraciones de estas dos personas santas subieron al cielo, Dios decidió enviar a un ángel para ayudarles. Su nombre era Rafael, y su cuádruple misión era: 1) encontrar una esposa para Sarra, 2) vencer a Asmodeo, 3) curar los ojos de Tobit y 4) mostrarles a ambos que todavía había esperanza para Israel. Para llevar a cabo esta tarea, Rafael contrató los servicios de dos personajes: Tobías, el hijo de Tobit, y un pez salubre. La historia es un poco compleja, pero el resumen es así: Tobías se casa con Sarra, quema el corazón y el hígado del pez para ahuyentar al demonio, y luego usa la hiel para curar los ojos de su padre. Al final, tanto Sarra como Tobit reconocen que Dios ha escuchado sus oraciones, y pueden estar seguros de que él restaurará su nación.

 A pesar de sus elementos cómicos, el libro de Tobías contiene en realidad un mensaje serio y teológicamente rico. Al final de la historia Tobit hace oraciones y profecías sobre el futuro de su pueblo y de todas las naciones de la tierra. En su oración declara que todos los pueblos de la tierra vendrán a Jerusalén a adorar al Dios de Israel:

Brillará luz de lámparas por todos los confines de la tierra. Vendrán a ti de lejos pueblos numerosos, y los habitantes del confín del mundo, al Nombre del Señor, tu Dios, llevando en sus manos los obsequios para el Rey del Cielo. Todas las generaciones darán en ti señales de alegría, y el Nombre del Elegido durará por siempre. (Tobías 13:11)

Y luego, profetiza otra vez:

Pero Dios tendrá una vez más compasión de ellos y los volverá a la tierra de Israel; construirán de nuevo la Casa, aunque no como la primera, hasta que se cumplan los tiempos; entonces volverán todos del destierro, edificarán una Jerusalén maravillosa y construirán en ella la Casa de Dios, como lo anunciaron los profetas de Israel. 6. Todas las naciones del universo se volverán a Dios en verdad y le temerán; abandonarán los ídolos que los extraviaron en la mentira de sus errores 7. y bendecirán al Dios de los siglos en justicia. Todos los israelitas salvados aquellos días se acordarán de Dios en verdad, se reunirán e irán a Jerusalén y les será dada la tierra de Abraham, que ellos habitarán por siempre y en seguridad. Y los que aman a Dios en verdad se alegrarán. Pero los que cometen pecados e injusticias desaparecerán de toda la tierra. (Tobías 14:5-7)

Por la manera en que combina fantasía y realidad, la historia de Tobías es lo que hoy llamaríamos "ficción histórica". Con un carácter similar a una parábola, el propósito de Tobías no era contar hechos reales, sino más bien ilustrar una verdad. El texto parece haber sido escrito en un momento en que el pueblo judío se sentía inseguro acerca de su futuro.  Lo que el autor está tratando de comunicar es que a través de la oración, Israel puede ser restaurado a la grandeza. Tobit y Sarra representaban a todos aquellos que se sentían desanimados y al punto de rendirse. Cuando oraban, Dios actuaba poderosamente en su favor. Así como Dios restauró las vidas de estos individuos desafortunados, así también elevaría a toda la nación. Tobit oró y profetizó que las tribus dispersas regresarían a la tierra, y que el Templo sería gloriosamente reconstruido. La exaltación de Israel sería tan asombrosa que las naciones circundantes reconocerían al Dios de Israel como el único y verdadero Dios. Abandonarían sus ídolos y vendrían a Jerusalén para adorarlo junto al pueblo judío, que anteriormente habían despreciado.

Tobías es significativo no como un relato fáctico, sino como un indicador de cómo la gente del Segundo Templo pensaba sobre la oración. Cuando los judíos de antaño oraban, pensaban en la historia. Lo que estaba sucediendo en el presente sólo tenía sentido en el contexto de las obras históricas de Dios, y sus promesas para el futuro. Los individuos veían su propio destino profundamente entrelazado con el de su nación. Sí, oraban por sus necesidades personales, pero estas necesidades sólo importaban porque formaban parte de un cuadro más amplio. Tobit y Sarra vieron sus propias vidas como un reflejo de la experiencia judía en la historia. Ellos creían que su restauración personal estaba de alguna manera ligada a la sanación de toda la nación. En la oración judía tradicional hay una profunda conciencia de cómo los individuos están conectados con su comunidad, cómo Dios ha tratado con la comunidad en el pasado, y cómo la tratará en el futuro.

Notas del autor:

Este texto es una traducción de: David Clark, On Earth as in Heaven (Minneapolis, Fortresss Press), 25-28.  Los pasajes de Tobías son tomados de La Biblia Católica Online.

David Clark es docente y Director de Investigación en el Seminario Sudamericano (SEMISUD) en Quito, Ecuador. Es Magister en Divinidad (MDiv) de Bethel University (EU), y Doctor en Teología Histórica (PhD) de Nottingham University (RU). Ha publicado 2 libros: The Lord's Prayer: Origins and Early Interpretations (Brepols, 2016), On Earth as in Heaven (Fortress Press, 2017), y numerosos artículos académicos.